Converso tranquila con algunas personas importantes para mi. Disfrutamos de unos mariscos y varios Chardonay.
Entre las voces oceánicas de los comensales, escucho dialogos interminables mientras la sopa del curanto avanza por mi boca calentando mi lengua. Escapo imaginariamente a las fuentes de mi placer. Consigo escuchar la mitad de lo que me dicen...es suficiente. Me invaden difusamente los exxtremos corporales de un cuerpo inexistente que jamás ha entrado en mi, pero ahora me penetra. Me detengo en los deseos...en los que me mantienen flotando...así me voy.
para Santiago en 100 palabras, 2006