Este es el espacio de expresión...cuando estoy en silencio y concentrada...expreso. Cuando no hay nadie que quiera detenerse para escuchar, está el espacio lunar... En todas las emociones está la libertad. ¿Qué pasaría si los seres humanos tuvieramos cola como los perros?...pasaría que nos daríamos cuenta si alguien realmente se alegra de vernos...
Lerning to Fly.
Thursday, September 27, 2012
¡¡¡La perfección me mata!!!
Aceptar las imperfecciones puede ser una tarea difícil, sobre todo cuando se trata de buscar las imperfecciones propias. Es necesario tratar de hacer las cosas lo mejor posible, de manera natural, ¿cuántos de nosotros nos hemos esforzado por sembrar la idea de perfección en nuestros hijos, evitándoles la posibilidad de ser felices con las dinámicas espontaneas e imperfectas de la vida? Conocí a un niño que para hacer sus tareas, lo primero que tenía que hacer era lavar sus lápices con jabón y luego les sacaba punta a cada uno. Buscaba dejarlos todos del mismo porte. Después, distribuía sobre su escritorio todos los demás elementos. Posterior a todo el ritual, procedía a hacer con sumo detalle cada tarea. Esta autoexigencia es característica del perfeccionismo neurótico. Sus exponentes muchas veces se pierden en la maraña de los detalles, perdiendo de vista lo central. Nunca nada será perfecto, y esto produce ansiedad e insatisfacción. Si, uno lo piensa bien, resulta muy lamentable vivir insatisfecho a pesar de todos los logros alcanzados, todo parece efímero. En niños y adolescentes esto es más grave, porque están aprendiendo y la posibilidad de equivocarse es muy grande. Sin mencionar a aquellos niños que tienen una dificultad específica para aprender, y para los cuales el camino del aprendizaje estará sembrado de errores. Fijarse en el esfuerzo y el progreso, y alentar a mejorar, es diferente a centrarse en el error y el castigo. Es "imperfecto" que un adulto sea excesivamente severo con un niño que está aprendiendo y resulta peor, castigarlo por sus imperfecciones. Cuando intentemos educar a nuestros hijos, para que haga las cosas mejor, es importante no caer en el perfeccionismo, porque los perfeccionistas jamás están satisfechos y tienden a centrarse en un objetivo, olvidando los otros que también son importantes. Lo que es peor, en la búsqueda de la perfección, perdemos la capacidad de disfrutar muchos momentos excelentes de la vida, imperfectos, pero exquisitos. Lo perfecto, tiene que ver con ser fiel a nuestra propia naturaleza, diversidades imperfectas a solas, que unidas forman un todo perfecto. Miremos a nuestros hijos/as, observando sus características, otorgándoles oportunidades de desarrollo en lo que son buenos. Aceptar sus errores, alentándolos a superarse. Ni siquiera a los adultos se nos exige "ser perfectos" sino que sólo ser suficientemente buenos.
...buscad y encontrareis...
La quinta pata al gato
Pensar es un ejercicio que muchos recomiendan para hacer las cosas bien. Te dicen “piensa antes de hablar” “piensa antes de actuar” y otras similares como “por qué no lo pensaste antes”; pero cuando este ejercicio se vuelve una práctica sin control y nos genera preocupación, malestar, interfiere tu trabajo, tu satisfacción personal y no te deja dormir, es cuando debemos parar –“paren el mundo que me quiero bajar”-, reducir la velocidad de la autotortura mental. Llegas a casa después de un día difícil. Ha habido algunos problemas en el trabajo y, aunque parece que todo está solucionado, no eres capaz de olvidar lo sucedido. Se te ocurren muchas cosas que tenías que haber dicho en esa reunión y no las dijiste, la sensación de haber cometido algún error te pone nervioso y tienes miedo de quedar mal ante tus compañeros de trabajo o tus jefes. Repasas mentalmente una y otra vez todo lo sucedido, cada palabra dicha, cada decisión tomada; encuentras errores, analizas, recuerdas una frase concreta y te preguntas qué quiso decir realmente esa persona –al final, te duele la cabeza-. El cansancio te gana, y decides ver tele y no pensar más en eso por el momento, pero llega la hora de dormir y, mientras estás en la cama, empiezas de nuevo a darle vueltas y vueltas al mismo tema, incansablemente. De esa manera, vivimos conectados a nuestros pensamientos –pensando inutilidades-, desconectándonos de nuestros sentimientos, sin identificar que es lo realmente importante y gastando más energía de la cuenta. Somos detallistas, no nos perdonamos los errores –ni menos, aceptar que no sabemos “algo” frente al público-, esforzándonos para alcanzar la meta que sin duda lograríamos sin torturarnos tanto. A este ritmo de excesiva preocupación, llevamos el trabajo a la casa, tomamos pocas vacaciones y siempre estamos ocupados en algo. Lo relevante, es observarse y medir nuestro estado emocional y mental. Alarmarnos excesivamente por nuestras autotorturas obsesivas, nos estresa aún más, pero buscar actividades recreativas diferentes a nuestro trabajo nos ayudará a reducir nuestra búsqueda incansable “de la quinta pata al gato”. Flexibilizar sin tormentos, dejar algunas cosas para más tarde, evitar pensar que lo peor sucederá, alejar la vergüenza y la culpa, expresar verbalmente para ti y/o comunicar a otros tus preocupaciones; son estrategias para comenzar a sentirnos un poco más liberados en el mundo de las obligaciones, disminuyendo importantes cuotas de ansiedad.
...buscad y encontrareis...
Subscribe to:
Posts (Atom)